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[Reportaje] Diana Ho y Antonio Park: asiáticos, latinoamericanos y canadienses

Mayo es el Mes de la Herencia Asiática, una oportunidad anual para conocer más sobre la diversidad de las culturas asiáticas que se establecieron en Canadá. En Montreal, dos latinos de origen chino y coreano han sumado nuevos sabores a sus culturas ya mezcladas, conservando la esencia de sus raíces.

Une femme et un homme regardent la caméra.

Diana Ho, de padres chinos, nació en Venezuela. Antonio Park nació en Argentina, de padres coreanos.

Foto: RCI / María Gabriela Aguzzi - Eva Blue

Maria-Gabriela Aguzzi

El tema de las celebraciones del Mes de la Herencia Asiática este año es “Honrar el pasado, acoger el futuro: mostrar la herencia asiática” y eso es lo que precisamente hacen dos canadienses que son de origen asiático y latinoamericano.

Se trata de Diana Ho y Antonio Park, quienes viven en Montreal, y nacieron en Venezuela y Argentina, respectivamente. Las cosas que tienen en común estos dos montrealeses van más allá de su ciudad de residencia y están marcadas por la mezcla de culturas en las que las tradiciones orientales se mantienen, a pesar de los cambios de país, de circunstancias y de contextos.

Entre Argentina, Paraguay, Brasil y Canadá

Antonio Park es un chef montrealés reconocido. Es el propietario de Park Restaurant, donde la oferta culinaria incluye platos japoneses y coreanos con toques suramericanos y norteamericanos. Sus manos traducen en platillos y sabores parte de lo que ha sido su vida.

Nacido en Argentina, de padres coreanos, Antonio Park creció rodeado de su familia y de trabajadores de la empresa de sus padres, una lavandería especializada en telas para jeans, de esas de lavado en piedra, mismo negocio que replicaron en Paraguay, el segundo país sureño donde Park pasó parte de su infancia.

"Mis padres, en su lavandería, quitaban los colores de los jeans con piedras y ácido. Eran muchas las personas que trabajaban y vivían en casa. Cuando vivíamos juntos era como tener un restaurante", contó en entrevista a RCI.

Desde los desayunos hasta las cenas, comíamos todos juntos. Lo que pasó luego es que tanto los argentinos como los paraguayos comenzaron a aprender la comida tradicional coreana, mientras que mi mamá aprendió a hacer asado, churrasquería y todo lo demás.
Una cita de Antonio Park, chef montrealés

Park se reía mientras contaba estas historias y con cierta nostalgia aseguró que esos recuerdos son los que le han permitido tener una inspiración diferente que actualmente es esencial en su cocina.

Un chef derrière la vitrine de son restaurant.

El chef Antonio Park dice que no puede pasar más de una semana sin comer kimchi, pero que sueña y cuenta en español.

Foto: Cortesía / Eva Blue

De la cultura asiática por parte de su padre, quien nunca le habló en español en casa sino siempre en coreano, Park recuerda la disciplina estricta que fue parte de su crianza, mientras que de su madre, creadora de los negocios y de los sueños familiares, recuerda la capacidad de adaptación en los diferentes países que vivieron antes de instalarse en Canadá, hace 35 años.

"Mis padres, así como todos los padres de mis amigos, bien sea asiáticos o latinos, siempre buscaron un resultado para que sus hijos tuvieran una vida mejor", enfatizó.

Además de Argentina y Paraguay, Antonio Park y su familia vivieron también en Brasil. En la actualidad, el chef cuenta con familiares en todos esos países, así como en México.

La familia Park no dudó en volver a migrar cuando las cosas en el sur del continente se complicaron. Llegaron primero a la ciudad de Vancouver, en la provincia de Columbia Británica, y posteriormente se mudaron a Montreal. Su padre abrió una tienda de conveniencia, conocida como dépanneur en Quebec, en el barrio llamado Plateau Mont-Royal, uno de los vecindarios céntricos de la urbe quebequense.

Todo este contexto vino a sumar otra capa cultural al joven Antonio Park, quien habla seis idiomas: coreano, español, inglés, francés, portugués y algo de japonés. Cuando se le pregunta cómo se define, Montreal salta de su boca, pero su latinidad no se queda atrás.

Soy un montrealés, pero con pensamientos latinos… sueño en español y cuento en español… Cuando voy al banco y me ven contando me dicen: mais… ça c’est l’espagnol, n'est-ce pas ? (pero eso es español, ¿no?). Pero la verdad es que así crecí.
Una cita de Antonio Park, chef montrealés

Sobre su cultura coreana Park aseguró que conserva su amor por la música y que de la cultura latina, además de la comida, mantiene una pasión por el fútbol. No dudó en enumerar a sus jugadores favoritos, en este orden: "Pelé, Maradona, Batistuta, Messi, el paraguayo Chilavert y el coreano Son Heung-Min, que juega en el Tottenham, en la Primera Liga de Inglaterra.. Su oncena favorita: la tricampeona y actual dueña de la copa del mundo, Argentina.

Actualmente Park tiene cinco restaurantes en Montreal y desde 2014 Park Restaurant es una insignia en la urbe. El chef confesó que sus negocios son su centro, advirtiendo que un restaurante requiere monitoreo constante. Sobre su vida y su mezcla cultural se definió de la siguiente manera:

Mi sangre es roja como el kimchi, pero cuando tengo hambre, pienso en empanadas y en asado con chimichurri. Cuando quiero salir, siempre estoy pensando en el mar. Me gusta nadar, jugar tenis y fútbol. Sí, me gusta mucho el kimchi, de hecho, no paso más de una semana sin comerlo, pero me gusta más una parrilla completa. Eso nunca ha cambiado en mi vida.
Una cita de Antonio Park, chef montrealés

Otro centro en su vida es su familia. A sus hijos, dijo, le gustaría legarles el coreano, un idioma que hasta ahora no han aprendido. "Ahora estoy contento porque mi padre me enseñó el coreano. Mi esposa no es coreana, pero me gustaría que mis hijos lo aprendan", confesó.

Mientras busca lograr este objetivo, Antonio Park seguirá navegando entre sus diversas culturas y este mismo año estará viajando a Brasil. El año próximo será el turno de Argentina.

Padre cantonés, madre macaense

Diana Ho tiene 42 años y vive desde hace 10 años en Montreal Norte, un vecindario altamente poblado y de una gran diversidad de culturas . Sus padres, como ella, también fueron inmigrantes. Con sólo 17 años, su padre llegó a Caracas proveniente de Yaping, una ciudad ubicada en la provincia de Cantón, al sur de China. Setenta años después, el padre de la traductora certificada en Quebec sigue viviendo en el país suramericano.

Une femme regarde la caméra.

Diana Ho vive en Montreal desde 2014. Es traductora certificada en francés, inglés y español. En Canadá ha sumado nuevos elementos a su ya mezclada cultura.

Foto: RCI / María Gabriela Aguzzi

La familia Ho emigró de China a Venezuela en la década de los sesenta. "Mi padre llegó con sus papás, sus hermanos y sus abuelos. Se fueron a Venezuela porque corría la información, de boca en boca, que era una tierra de oportunidades", contó a RCI.

En la entrevista, Ho hizo varios paralelismos entre las cosas más importantes para ella como mujer de origen asiático y latinoamericano, poniendo en primer lugar la unión familiar. "Es algo muy común entre las dos culturas".

Para nosotros la familia es fundamental y eso pasa tanto en Latinoamérica como en China. Somos muy unidos. Siempre se nos inculcó, por ejemplo, que teníamos que comer juntos, no cada quien por su lado o algunos viendo la tele. La comida era la oportunidad propicia para hablar de cómo nos había ido en el día.
Una cita de Diana Ho, montrealesa de origen chino-venezolano

La dedicación por el trabajo también es otro de esos valores que Diana Ho ha observado y puesto en práctica a lo largo de su vida. "Creo, además, que es algo que tenemos en común todos los inmigrantes. Como no tenemos una red de seguridad, tenemos que trabajar, sí o sí", enfatizó.

En su Venezuela natal, Diana Ho vio cómo sus padres y abuelos salieron adelante. Sus abuelos tuvieron un comercio, donde su padre trabajó hasta independizarse financieramente, lo que le permitió abrir su propio negocio: un restaurante de comida china, más específicamente cantonesa pero con sazón venezolano, el cual mantuvo por décadas hasta su cierre definitivo en 2020 como consecuencia de los cierres que impuso la pandemia del COVID-19. "Lamentablemente no aguantó", dijo.

La figura materna y la importancia de la mujer en ambas culturas es otro de los elementos que destacó Ho, quien dijo que su abuela materna, que vive en Hong Kong, es el "centro de la familia. Además, la mujer en la cultura china es la que se encarga de disciplinar, algo que también es común en las comunidades latinoamericanas".

La comida es otro elemento de esa herencia de la cual hoy Diana Ho disfruta. Aunque su madre aprendió sobre cocina venezolana al punto de que Ho asegura que "no hay mejores hallacas que las que prepara su mamá", en su casa la comida china siempre estuvo presente.

En casa celebrábamos el inicio del año lunar a la par que el del año gregoriano, pero el banquete era de puros platos chinos y las ceremonias siempre se centraban en llamar a la prosperidad. Siempre hay que comer gallina, no sé por qué, pero hay que comer gallina. Hay platos con hongos, y todo tiene que augurar la buena fortuna.
Una cita de Diana Ho, montrealesa de origen chino-venezolano

Para Diana Ho, vivir puertas adentro empapada de la cultura china, que la lleva hoy día a "defenderse en cantonés", pero en un contexto venezolano, siempre fue un contraste. "Era como dividirme en dos, no sentirme ni de un lado ni del otro. Es tener siempre esa dicotomía presente," explicó, agregando que muchas veces era vista como un extraterrestre en su comunidad venezolana.

Su herencia en Montreal

Diana Ho confesó que le encanta -y sabe cocinar- la comida china, pero que el trabajo ahora no le permite preparar tantos platos como antes. En su casa, con su esposo, hay días en los que come platillos de la tradición culinaria china y otros días en los que come platillos venezolanos, pero su herencia la mantiene viva celebrando el Festival de la Luna, que año a año se festeja en septiembre, deleitando su paladar con el pastel de la luna y hasta en pequeñas cosas como creencias y supersticiones.

"La creencia en el número 8 es cierta", dijo entre risas, aunque aseguró que no es algo que pone en práctica siempre. Este número es considerado el más afortunado en la cultura china porque su pronunciación suena parecido a la palabra prosperidad o fortuna.

Para compartir esa herencia, la joven traductora se reúne de vez en cuando con amigos chinos y vietnamitas, con quienes tiene en común algo más allá de sus raíces: "no somos ni de este lado ni del otro. Es chévere porque sí, somos chinos, pero no somos los mismos chinos de Canadá, ni los de Venezuela, ni de China. Terminamos siendo otra cosa, son capas sobre capas", comentó.

La comunidad asiática de Canadá

L'affiche du Mois du patrimoine asiatique 2024.

El afiche oficial del Mes de la Herencia Asiática 2024.

Foto: Radio-Canada

En el 2021, año del más reciente censo en este país, poco más de 7 millones de personas declararon tener origen asiático, lo que representaba el 19,3% del total de la población canadiense.

Durante décadas, Asia (incluyendo el Medio Oriente) fue el continente de origen de la mayor parte de los inmigrantes que se instalaron en Canadá. Entre los años 2016 y 2021, la proporción de nuevos residentes provenientes de esta región alcanzó un récord, llegando al 62%, de acuerdo con datos del Departamento de Estadísticas Canadá.

Con estas estadísticas no sorprende que los tres idiomas no oficiales más hablados en territorio canadiense sean precisamente de países de Asia, ocupando el primer lugar el mandarín (China), el punjabi (India) y el cantonés (China), mientras que el español ocupa el cuarto lugar.

La vitrine d'un restaurant où l'on peut lire «On parle espagnol».

Las comunidades asiáticas han influenciado las comidas regionales de los países latinoamericanos. Esta es la vitrina de un restaurante en Montreal que ofrece gastronomía chifa, típica de Perú.

Foto: RCI / María Gabriela Aguzzi

Según las proyecciones demográficas de Estadísticas Canadá, para el año 2041 la población sudasiática podría superar los 5 millones de habitantes , mientras que los chinos podrían ser unos 3 millones y los filipinos unos 2 millones.

Maria-Gabriela Aguzzi

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